Esta semana, Almudena Eizaguirre, me hacía llegar este resumen de una charla del experto en educación Ken Robinson. Muy interesante no sólo por su contenido sino también por el formato en el que se hacen visibles las ideas expresadas en una ponencia. Me impresiona ver cómo se está innovando en las formas de comunicar.
Yendo al contenido de la ponencia, comparto hoy en este breve post una de las ideas a la que hemos dado muchas vueltas porque nos parece preocupante : la separación tan fuerte, tan artificial y tan poco útil, que existe entre «la academia» y «la empresa».
Es un tema muy presente en tantos y tantos foros y debates sobre competitividad. ¿De qué manera superamos la gran desconexión que existe entre la economía productiva y el sistema de ciencia y tecnología? Creemos que hay modelos mentales que superar y, sobre todo, que hay que empezar reconociendo «el valor de los otros». En el mundo académico se tiende a no valorar el conocimiento práctico de la empresa y muchos directivos y empresarios aún desprecian el valor del conocimiento que no está directamente pegado al terreno … Reconociendo lo valioso y complementario de las distintas aportaciones, a lo mejor vamos tendiendo esos puentes que nos parecen tan necesarios. En el blog Thought in Euskadi, hay una entrada de Guillermo Dorronsoro que reflexiona sobre esta conexión. La recomiendo.
Necesitamos personas y equipos que vayan tejiendo esas combinaciones de conocimiento que son necesarias para que la inversión realizada en investigación se traduzca, a través de la capacidad de acción de las empresas, en valor económico y social.
Ane Agirre
Muy interesante comentario, Ane. Yo confieso estar en el bloque de los que se inclinan a preferir que la academia quede libre de las «necesidades prácticas» Sé que no es sostenible, pero se apodera de mí un irracional miedo a que las necesidades de «mercado» resten libertad de cátedra, y nos alejen del deportivo y sbulime gesto de buscar el conocimiento por sí mismo….En fin, me molesta la idea de tener que darle un fin, más allá de la evolución del hombre. No veo a Platón a Locke o a Tocqueville, ni siquiera a Lavoisier!!produciendo en un ámbito ebnmarcado y determinado por las necesidades del «tejido productivo». No sé…
ara
Hola joven,
Me ha interesado mucho leer el artículo de Ken Robinson, y también, como comentas, el formato que utiliza para transmitir sus ideas. Inspirador.
Muchas gracias también por la cita. Cada vez tengo más fe en la capacidad de transformar de las personas cuando comparten un mismo proyecto, y se apoyan unas a otras.
De la conexión entre «academia» y «empresa», saldrán ganando los dos mundos, no me cabe duda. Como dice ara en el comentario anterior, no todo es cuenta de resultados (por fortuna!)
Interesante la elección del término «academia», y la del cuadro de Rafael. Renaissance…
A mí me parece que tender puentes no significa necesariamente limitar la capacidad de investigación de la academia, sino posibilitar conversaciones que permitan encontrar valor y beneficiarse mutuamente. Escucharse no en el sentido de «seguir tu guión», sino escucharse en el sentido de «estar abierto a ser influido por tí…» A lo mejor al escucharse aprenden y se enriquecen mutuamente??? es que darse la espalda es no reconocerse y por tanto, negarse la posibilidad de encontrar conexiones interesantes¿?¿?… Por supuesto, no necesariamente orientadas a la cuenta de explotación 🙂
Ane
Estoy de acuerdo en que «saldrán ganando los dos mundos» y creo además que, nos pongamos como nos pongamos, … es inevitable!
El conocimiento ya no está «preservado» en los monasterios ni a cargo de especialistas. La cultura y las ideas fluyen y los perímetros del mundo académico y «el real» se diluyen y se confunden cada día un poco más. Mi percepción es que hemos pasado de unos conocimientos profundos y muy acotados a otros mucho más extensos y superficiales, con todo lo que de bueno y de malo tiene cada una de las situaciones.
Una reflexión muy interesante, Ane.
Jordi
Si, creo que me sirve la idea de conversaciones en las que un mundo escucha al otro, con predisposición a dejarse influir y por lo tanto enriquecer, y por lo tanto ampliar….